“Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su nombre”. (Salmos 100:4)
En estas fechas se habla mucho sobre el día de acción de gracias, muchas personas se preguntan, qué es, cuál es su historia y exactamente qué se celebra. Esta es una tradición americana que tuvo su origen hace siglos y en la que celebra, a través de la gratitud, una buena cosecha.
Realmente es una celebración muy sencilla, pero de la que podemos aprender muchas cosas, se trata simplemente de darle gracias a Dios. Sin embargo, en este blog me gustaría enseñarle cuál es el verdadero poder de la gratitud y cuál es su origen.
El poder de la gratitud
La gratitud no depende de nuestras circunstancias, por el contrario es una poderosa arma espiritual que nos ayuda a enfrentar situaciones difíciles. Algunas personas piensan que solamente se debe dar gracias cuando el Señor nos bendice o cuando las cosas salen como uno espera, pero esto no tendría ningún mérito.
La verdadera gratitud es aquella que se puede expresar aún en medio de los momentos más difíciles, pues la gratitud nos lleva entender que el mismo Dios tiene control de todo lo que pasa en nuestra vida, así sea inesperado o incluso doloroso.
En el pasaje que leímos al principio el salmista nos enseña que la gratitud es el camino que nos conduce a la presencia de Dios y este es su verdadero poder. En la presencia de Dios encontramos, sanidad, restauración, y promesas. Pero muchas veces no es fácil conectarnos con la presencia de Dios y mucho menos durante la adversidad.
Por eso, me gustaría que la próxima vez que esté enfrentando un momento difícil, pueda tomarse un tiempo para darle gracias al Señor por su bondad y misericordia, hacerlo le abrirá el camino al lugar donde encontrará su milagro.
El origen de la gratitud
Para terminar me gustaría enseñarle de donde nace la verdadera gratitud, y creo que este pasaje lo resume muy bien: “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Juan 4:1). La gratitud no nace en las cosas de este mundo, sino que nace cuando recordamos quién es Dios, y lo que Él ya hizo por nosotros. Dios es amor y envió a su hijo unigénito para que muriera en la Cruz del Calvario por nuestros pecados.
Podemos dar gracias en los momentos difíciles, no porque nos agrade lo que estamos viviendo, sino porque sabemos quién es nuestro Dios. Él ya nos ha demostrado cuánto nos ama y que su fidelidad es eterna.
Apreciado amigo, el día de hoy me gustaría invitarlo a que la acción de gracias no sea solamente la celebración de un día, sino un hábito que lo conecte a diario con la presencia de Dios. Ahí encontrará el milagro que ha estado buscando. Las puertas del cielo se abren con gratitud.
“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” (1 Tesalonicenses 5:18)