“Decid á la hija de Sión: He aquí, tu Rey viene á ti, Manso, y sentado sobre una asna, Y sobre un pollino, hijo de animal de carga, Y los discípulos fueron, é hicieron como Jesús les mandó; Y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y se sentó sobre ellos. Y la multitud que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino: y otros cortaban ramos de los árboles, y los tendían por el camino.Y las gentes que iban delante, y las que iban detrás, aclamaban diciendo: Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Hosanna en las alturas!” (Mateo 21:5-9)
La verdadera Semana Santa tiene un significado muy profundo y valioso, que desafortunadamente se ha ido perdiendo con el paso del tiempo. Para muchos se ha convertido en un sinónimo de vacaciones, o en el mejor de los casos, de una búsqueda de agradar a Dios a través actos religiosos. Sin embargo, el Señor permite estos espacios para que con mucha reverencia y humildad, podamos hacer un alto en el camino, examinarnos y tener un Encuentro cara a cara con la obra redentora de Jesús.
Hay momentos y palabras diferentes que marcan la Semana Santa: la pasión de Cristo, la muerte, la resurrección, etc. Pero muy poco se conoce del verdadero significado del inicio de esta semana, y en este blog me gustaría compartir dos palabras que marcaron el inicio de este momento: adoración y humildad.
Humildad
Este pasaje de Mateo nos muestra que todo empezó con la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén; pero Jesús no entró como solían presentarse los reyes de la antigüedad en briosos corceles, Jesús escogió un animal de carga lo más sencillo, lo más humilde un asno y entró en este asno a la ciudad de Jerusalén.
El Verbo de Dios, Rey de Reyes y Señor de Señores nos estaba marcando el camino de la vida cristiana, y el camino de entrada a la obra redentora, la humildad. Ninguna persona, por buena que se crea, puede recibir el Reino de Dios, si no entra de rodillas, por la puerta del arrepentimiento.
Y de eso se trata el inicio de la Semana Santa, de tener un anhelo genuino de humillarnos delante de Dios, sin importar si somos líderes o incluso pastores, de reconocer que no somos nada sin Jesúsl y que solamente por la Cruz tenemos una nueva oportunidad.
Adoración
El pasaje sigue y nos muestra como todas las personas se quitaron sus mantos y los tendían en el suelo como una señal de reverencia, después, algunos empezaron a aclamar diciendo:
Ahora, para terminar me gustaría hacerle una pregunta: ¿cuál es su necesidad en este tiempo? ¿Qué milagro necesita de parte de Dios? No importa si es un milagro de salud, financiero, en sus emociones, etc. Si usted dispone su corazón en esta Semana Santa, con humildad y adoración, le aseguro que podrá experimentar el poder de Dios en su vida.
¡La Semana Santa es la semana que nos recuerda que Cristo ya venció por nosotros y que gracias a Él podemos ser llamados Hijos de Dios”