«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia». (Mateo 5:7)

Creo que para nadie es un secreto que el mundo está atravesando tiempos de gran crisis, los efectos económicos y sociales de la pandemia han sacudido naciones enteras, generando una gran incertidumbre sobre lo que traerá el futuro.

Esta incertidumbre ha tocado especialmente a muchos hombres que anhelan dar lo mejor a su familia, pero no saben cómo hacerlo, y el bombardeo constante de tantas malas noticias ; la inflación, la pérdida de empleos, amenazas de guerras y los crecientes problemas emocionales (depresión, ansiedad, etc.) los ha llenado de temor haciendo que pierdan la fe y la esperanza en las promesas de Dios.

Sin embargo, como creyentes tenemos un ancla firme, que es la Palabra de Dios, el mismo Señor dijo:

“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33)

Creo que el primer error que cometemos es poner nuestros ojos en las circunstancias y apartarlas de las promesas divinas. Por eso, el día de hoy me gustaría recordarle una promesa poderosa que le ayudará a superar estos tiempos de crisis, y que le dará descanso y victoria en las áreas que necesita: la promesa de la misericordia divina, registrada en el sermón del monte.

A lo largo de los evangelios se registran todas las buenas obras que Jesús hizo por las personas, y cómo todos estaban maravillados viendo al mismo Dios extendiendo Su brazo misericordioso para suplir las necesidades de la gente.

Algo que debemos recordar siempre es que nuestro Dios es bueno; muchos tienen esa imagen incorrecta de Dios, dónde lo ven como una persona enojada, lejana y preparada para castigarnos por cualquier error. Sin embargo, el ministerio de Jesús dejó en claro que Él es un Padre amoroso que siempre quiere lo mejor para sus hijos.

Recuerde que en el ministerio de Jesús la misericordia de Dios alcanzó incluso a muchos que no eran parte del pueblo de Dios. Jesús alimentó a los hambrientos, sano a los enfermos, liberó a los oprimidos por el diablo, dio vista a los ciegos, resucitó a los muertos, enseñó las verdades de Dios y además ofrendó su vida en rescate por todos nosotros en la Cruz del Calvario. Y todo esto sucedió en tiempos de gran crisis, similares a los de ahora.

En Jesús, el Reino de Dios se expresó a través del amor y la misericordia, acercando a los que estaban lejos al amor del Padre. Es por que cuando el Señor dice: “bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia” nos está invitando a que nosotros actuemos con el mismo carácter de Jesús.

Querido amigo, yo sé que la misericordia de Dios también quiere alcanzarlo para guiarle y ayudarle a superar estos tiempos de crisis, pero para que esta promesa se cumpla somos nosotros los que primero debemos expresar esa misma misericordia que queremos recibir a todos aquellos que nos rodean. La promesa no dice “bienaventurados los que reciben misericordia porque podrán ser misericordiosos con otros” sino al contrario, dice que aquellos que se muestran misericordiosos son los que podrán alcanzar también la misericordia divina.

¿Quiere ver la misericordia de Dios sobre su vida? Comparta y predique el mensaje del evangelio con otros, que cada persona que comparta con usted tenga la oportunidad de conocer a través de sus obras al único y verdadero Dios, a Jesús, un Dios lleno de amor, compasión, gozo y misericordia. Y mientras usted lo hace, Dios se encargará de usted y de su familia.

Tal vez no se haya dado cuenta que los tiempos de crisis no son una razón para perder la fe, sino más bien para conocer a un Dios que se glorifica en medio de la adversidad.