«Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí». (Gálatas 2:20).

Me gustaría empezar este blog preguntándole:, ¿cómo está su vida devocional?, ¿cuánto tiempo le dedica a la oración, a la lectura de la Palabra y a la intimidad con el Señor en un día? Es prácticamente imposible tener éxito en la guerra espiritual, o en cualquier otra área de la vida cristiana, si usted tiene una débil relación con Jesús.

¿Cuántas personas no han permitido que su vida devocional se convierta en algo monótono, de afán, religioso y carente de poder? Cuando nos relacionamos con Dios no podemos decirle: “Señor, tengo solamente 5 minutos, porque debo salir a trabajar y estoy tarde, bendiceme, prospérame, ayúdame en este día, amén”. Estas oraciones no son una vida devocional, son solamente frases sin sentido que no llegan al corazón de Dios.

Yo sé lo que es el poder de la oración y sé cómo mover la esfera espiritual, pero también sé que todo lo que sucede en nuestra vida depende de lo que hagamos en la mañana, en la oración. Que su primera determinación sea tener un fundamento (vida devocional) sólido que le permita mantener una permanente relación de amor e intimidad con el Autor de la Vida. De esta decisión depende su destino eterno; de la oración obtenemos el poder, la firmeza, la santidad y la fortaleza para seguir adelante.

La Cruz de Jesús es el único puente que nos conecta con el Padre

Una de las preguntas que más me hacen cuando estoy enseñando sobre la vida devocional es: “¿cómo debo empezar la oración de la mañana?”. Creo que lo más importante en la oración matutina es saber cómo nos conectamos con Dios; no es soltar una ráfaga de palabras ante Él, sino más bien entender que necesitamos conectarnos con el Señor y que esto debe llevarnos a la intimidad; si usted no lo hace, sus palabras no van a pasar el techo.

El eje de la oración es la Cruz, este es el único puente para conectarnos con Dios y allí está toda nuestra provisión y todo lo que necesitamos. Todas las oraciones que no se conectan con la Cruz son en vano. Es por eso que algunas personas pueden pasar con largos períodos de tiempo orando, pero salen sintiéndose como si no hubieran orado nada.

Esto nos lleva a la siguiente pregunta que recibo muy a menudo, y es: “¿cómo puedo conectarme con la Cruz durante mi oración?”. La respuesta a esto es muy directa y sencilla, la mejor manera de conectarnos con la Cruz es a través de la Palabra.

“Jesucristo es el mismo de hoy, de ayer y por los siglos” (Hebreos 13:8), este pasaje nos enseña que lo todo lo que el Señor hace es eterno, no está en el plano de lo temporal, pero, ¿qué significa eso? Que la Cruz no es algo que pasó, sino que a pesar de que ocurrió hace más de dos mil años, quedó una vez y para siempre, detenida en un presente continuo y disponible para cada creyente que quiera acercarse a ella.

Hay un par de capítulos de la Palabra en particular que condensan muy bien la plenitud de la obra redentora de la Cruz y me gustaría que usted orara con ellos, declarándolos, cada mañana, de esta manera usted podrá conectarse con Jesús y entrar a ese tiempo de intimidad con el Padre, por ejemplo Salmos 22 o Isaías 53.

La cruz es el lugar donde el Señor tomó todo lo malo que somos nosotros y nos dio la oportunidad de acceder a todo lo bueno que Él es y tiene para nosotros.

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. (Mateo 16:24)