“Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente” (Jueces 6:12).
En uno de los momentos de mayor crisis en la nación de Israel, Dios escogió a alguien para que hiciera cosas que otros no se atreverían a hacer, y este fue Gedeón. Él venía de una familia disfuncional, pues había nacido fuera del matrimonio, y ninguno de sus hermanos lo miraba con respeto. Por esto tuvo que soportar el rechazo y menosprecio tanto de su propia familia como de la comunidad.
Además, Gedeón se encontraba huyendo de sus enemigos, oculto en una cueva tratando de proteger un poco de alimento. En estas condiciones fue que Dios se le apareció y le dijo: “Jehová está contigo, varón esforzado y valiente”.
¿Se imagina usted esta escena? ¿Un varón esforzado y valiente huyendo y escondido? Muchas veces sucede lo mismo con nosotros, Dios nos da una Palabra, pero cuando miramos nuestras condiciones parece más que fuera una burla que cualquier otra cosa.
Sin embargo esto era un decreto divino. Dios vio en él las cualidades que se requerían en un líder para poder enfrentar uno de los ejércitos más poderosos de esa época. Debemos entender que Dios no ve las circunstancias como nosotros las vemos, ni como las otras personas las ven. Note que ni el mismo Gedeón estaba consciente de lo que estaba sucediendo; pues en vez de alegrarse, trató de desahogarse, expresando toda su frustración.
Pero el Señor le habló del propósito que tenía determinado para él: “Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?”
Con estas palabras el Señor estaba poniendo una poderosa dosis de fe en la vida de Gedeón. Todos conocemos el final de esta historia, y es Gedeón obteniendo una tremenda victoria y convirtiéndose en uno de los líderes más sobresalientes de la historia de Israel.
Ahora, lo más importante que el Señor quiere hablarle hoy es que usted pueda entender que esta historia no es algo antigüo o lejano, sino que es lo mismo que el Señor quiere hacer en su vida.
Piense por un momento cuál es su necesidad; ¿de pronto es la restauración familiar? ¿O tal vez sea la partida de algún ser querido? ¿problemas en las finanzas o su carácter? Lo que parece imposible puede ser transformado en un instante, cuando recibimos la fe a través de la Palabra.
La fe a veces parece la más pequeña de las semillas, pero cuando crece en una vida se convierte en árbol de vida para quienes la poseen.
Recuerde que sin fe es imposible agradar a Dios, pero no se preocupe ya que ¡todos tenemos una medida de fe! Y sé que en este tiempo vendrá un despertar, para que usted, como Gedeón, pueda conquistar lo imposible.
¿Puede creerlo?